Hace un poco más de 800 años, nació
Francisco de Asís. De cuna burgués, este personaje icónico creció lleno de
comodidades y placeres. Sus anhelos, durante mucho tiempo, fueron la Gloria, la
fortuna, la nobleza.
Pero esos sueños quedaron abatidos,
pues Francisco, tras encuentros cercanos con los pobres y leprosos (excluidos
de su tiempo), consigo y su propia miseria (cárcel, enfermedad, culpa) y con un
Dios al que comenzó a sentir cercano, dio un giro completo a su vida. Con su
decisión de servir a los más pequeños, los menores, con la determinación de
convertirse en hermano de todos y de buscar la paz y el bien, comenzó sin proyectarlo,
un movimiento inaudito al que se sintieron atraídos cientos de personas,
hombres y mujeres de cualquier condición social; y que sigue desarrollándose
ahora, en nuestra agitada y cibernética época.
Francisco de Asís |
Diversas cosas se pueden decir de
este pequeño hombre, y entre los detalles más insignes hay que destacar el
hecho de que personas de todas las edades y culturas, se sienten motivados a
hurgar en sus biografías, en su espiritualidad, en las leyendas y testimonios,
y pretenden seguir, tras sus huellas, una senda enmarcada por la entrega, el
servicio, la sencillez y la fraternidad.
Dos vidas, dos testimonios. Nazareth
y William, son dos jóvenes de distintas regiones de Venezuela y de edades
diversas, que como cristianos y desde sus particularidades, se han sentido
llamados a vivir al estilo de Francisco
el de Asís. Ellos se reconocen Franciscanos, y deciden vivir dispuestos a
servir.
Todos accedieron a compartir un poco
de su experiencia en este recorrido a través de unas sencillas preguntas.
Nazareth Scarliz Hurtado,
es una joven venezolana, del sur del país. Es artesana; sus manos crean
verdaderas obras de arte sencillas y hermosas. Trabaja y aun así encuentra
tiempo para sus creaciones, para asistir a su movimiento Juventud Franciscana
(JuFra) y para realizar actividades de caridad. Tiene seis años siendo parte de
su movimiento juvenil. Ella se reconoce franciscana, artesana y humana por
sobre todo.
Nos encontramos en una plaza de
nuestra ciudad y compartimos un momento fraterno y sincero. A continuación, las
respuestas que dio a las preguntas planteadas:
1) Ser
alguien auténtico. Somos creados por amor y para el amor. Debemos entonces amar
siendo auténticos, siendo nosotros mismos.
2) Haciendo retrospectiva, recuerdo que cuando estaba en la primaria, mi abuela me invitaba a orar a santa Clara, y lo hacía sin tener idea de que la santa era Franciscana. Estudié en un colegio católico con principios franciscanos, y no supe nunca sobre la vida de san Francisco. Al crecer, pasé por una enfermedad y llegué a sentir un vació que no había sentido nunca. Antes de eso no sentí deseos de formar parte activa de la Iglesia, pero al enfermar, comencé a buscar. Le dije a mi abuela que quería ir a algún retiro. Ella me comentó que un grupo de jóvenes se reunían en la Iglesia cercana a nuestra casa. Comencé a asistir a misa y sentí que era mi lugar. Uno de esos jóvenes de los que mi abuelo mencionó, me invitó a un retiro y asistí. Me llenó pero más nada. Otro joven me invitó a que juntos fuéramos a una reunión de la Juventud Franciscana, grupo al que pertenecían los mencionados jóvenes. Asistimos. Mi amigo no continuó. Yo, desde ese momento me quedé.
Nazareth, una artesana del amor. |
3)
Ha
sido una experiencia de crecimiento personal, espiritual.
4)
Fraternidad,
obediencia, servicio.
5)
Los
hermanos que deseé tener desde mi infancia.
6)
Sí,
los hay. Yo conocía a Dios. Pero en este carisma me he encontrado con un Dios
cercano, hermano y que no solo es Padre, sino Madre también. Aunque esto pueda
sonar descabellado.
Algunos somos seleccionados para no tener claridad en la opción
vocacional. Yo soy uno de ellos, pero en la JuFra he descubierto que mi
vocación es el servicio.
Nazareth es una joven que ha decidido vivir consagrada al servicio. Ella se siente seleccionada para algo especial, para amar. Gracias Nazareth.
William Alexis Calderón Contreras, es un joven religioso
(*) venezolano, perteneciente a la ORDEN DE HERMANOS MENORES CAPUCHINOS (**);
así que por la institución a la que pertenece
y por convicción, él es otro ser humano que ha decidido seguir el camino comenzado
por Francisco el de Asís.
En la parroquia donde actualmente
presta sus servicios, me recibió y en un franco encuentro respondió a las preguntas.
He aquí sus respuestas:
1)
Es vivir entre el mundo siendo un hermano;
sin pretender un estado, un título, un nombre. Ser uno más entre las gentes,
con la particularidad de ser menor, de servir.
2) Creo que fui llamado a través del testimonio
de otros franciscanos. Desde su ser franciscano, me contagiaron y atrajeron.
Eso ha ido purificándose. Luego de conocer personas que siguen el carisma,
quise yo mismo conocer, ahondar en ello.
3)
Tratar de definir la experiencia es difícil;
no sé si encuentre palabras. La vida franciscana te atrae, te seduce, te incita
a que vivas el valor de la minoridad, del servicio, la oración, la alegría. No
me es fácil explicarlo en una frase o en palabras.
4)
Cercanía-encuentro. Con Dios y con el
pueblo, desde lo que soy.
Fraternidad.
Que conlleva el cariño, la sensibilidad.
5)
Me ha llamado mucho la atención el
testimonio de otros. La identidad y la pertenencia de los franciscanos, hacen
más palpable el carisma.
6)
Hay cosas que permanecen, pero ha habido
rupturas necesarias por el camino tomado. Aunque el antes y el después están
ligados. Yo recuerdo con añoranza experiencias de fe en la parroquia en mi
pueblo; pero esto presente, lo haces
tuyo, y te hace vivir, luchar por esto, desde el encuentro y cercanía con el
Señor.
Fray William entre Guaraos, indígenas de los caños del río Orinoco. |
Concluyendo: A Francisco el de Asís,
la Iglesia Católica lo llama santo; es patrón de los ecologistas; cristianos de
otras denominaciones lo estiman y hasta lo siguen; hay personas que buscan
vivir su espiritualidad; hay estudiosos
e investigadores de su vida; hay admiradores de diferentes credos; y es
que Francisco inspira ecología, inspira paz, justicia y reconciliación. En la
actualidad, en Asís, Italia, se reúnen de tanto en tanto, Líderes de las
religiones más grandes a orar por la paz. Y eso, es uno más de los tantos
detalles que hacen de este carisma, algo especial y genuino.
Este camino que se comenzó a zanjar
hace más de 800 años, mueve, empuja a los corazones a creer en la humanidad, a
apostar por ella; a ir más allá, a atreverse a navegar a aguas más profundas. Nos
invita a descubrir la felicidad sublime de la vocación al servicio, tal como la
busca vivir Nazareth, desde su cotidianidad. Pasarán los años y quizás, muchos
otros se sentirán, al igual que Fray(hermano) William, seducidos para dejarlo
todo en pos de la entrega a los más necesitados.
Tal vez, el movimiento franciscano sea de esas realidades que persistirán milenios. Puede que 800 años pasen y aun vendrán personas que se interesen por seguir las huellas de Francisco, aquél pobre hombre que solo quiso ser hermano de todos y de todas las cosas.
(*) Vida consagrada
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